Una sorpresa inesperada


Cuando la profesora de música llegó al instituto aquella desangelada mañana de viernes 13 de noviembre, último día de clase antes de su jubilación, no esperaba la sorpresa que le estaba aguardando. Eran tiempos difíciles de pandemia y no estaban permitidas las celebraciones. Como cada mañana, siguió sus rutinarios pasos: saludó a la conserje y firmó en la hoja de registro en el mostrador de la conserjería. Después entró en la sala del profesorado para dar también los buenos días y, tras pasar por el baño, se dirigió a su departamento, en la segunda planta del edificio. Allí dejó sus pertenencias y preparó el material dispuesta para encaminarse a la clase de 2º de ESO A cuando sonase el timbre a las diez y media… ¡Qué día más extraño! Iba pensando. A lo largo de su trayectoria había intentado ser una buena profesional y compañera: intentando estar siempre disponible para todo, ayudar al personal, metódica y minuciosa en su trabajo, perfeccionista, creativa, diseñando actividades atractivas para sus alumnos y se tenía que marchar así, casi en silencio, sin reconocimiento alguno, prácticamente sin poder despedirse de nadie…

En su mente se mezclaban sentimientos encontrados: alegría por haber llegado al final de su carrera docente, pero al mismo tiempo tristeza por dejar de ejercer su vocación, pues no se quería jubilar; nerviosismo, viejos recuerdos, mucha emoción… Algunas lágrimas empezaron a asomar por aquellos penetrantes ojos verdes que brillaban de una manera especial. Al salir de ese pequeño, desordenado y agobiante departamento, abarrotado de libros, partituras e instrumentos musicales, con esos andares tan suyos, resolutos y resueltos, lo que parecía un día más de su vida laboral, se transformó en algo mágico: la comunidad educativa al completo la estaba esperando en aquel largo pasillo de las aulas; ordenadamente colocados, respetando las distancias de seguridad establecidas, a ambos lados del pasillo, los alumnos profesores y demás personal la recibieron con un fuerte aplauso, mientras sonaban de fondo por los altavoces del centro algunas un pupurrí de canciones que había enseñado a sus alumnos, interpretadas por ellos mismos.


Última clase de Isabel Cruz
Un recuerdo de sus compañeros y su centro
Alumnado del Aula Específica se despiden con un regalo elaborado por ellos mismos.
Emotivas palabras del director, compañero de Isabel durante más de 20 años